Isla de Sao Miguel (Azores)

El archipiélago de las Azores está formado por nueve islas, la de Sao Miguel –de la que hablaré en esta publicación- es la de mayor tamaño y en la que se ubica la capital, Ponta Delgada.

Con sus 136.000 habitantes, esta isla es la más poblada de las nueve y debido a su aspecto fértil se la conoce también como la isla verde. En su capital se halla la universidad, uno de sus tres aeropuertos y la Sede de la Política de las Azores. Es tal vez la isla más atractiva de las Azores, con sus impresionantes acantilados, bosques, lagos y plantaciones de tabaco y de té, con praderas llenas de vacas.

Las dimensiones del la isla son de 65 km de largo y su anchura varía entre los 8 y 16 km, lo que la hace muy asequible para conocerla en coche y además posee buenas carreteras.

Todas estas islas son de origen volcánico. La de Sao Miguel tiene dos macizos volcánicos que la hacen muy característica. La mayor altura la alcanza con el Pico da Vara (1150 metros), situado en el macizo del este, y el Pico da Cruz (850 metros), en el macizo oriental.

La isla de Sao Miguel sufrió un terremoto en 1522 que la dejó casi totalmente devastada. Los antiguos cráteres de Sete Cidades, Fogo y Furnas se han convertido con el paso de los siglos en lagos de aguas azules y verdes.

Los recursos actuales de la isla se basan en la agricultura, ganadería, pesca y turismo. Se dice que existen más vacas que habitantes y a lo largo de la isla las iremos viendo con asiduidad.

La estancia mínima en Sao Miguel debería ser de tres días, ya que bien aprovechados alcanzan para conocer toda la isla aunque ello exige ver los lugares con cierta prisa. En uno de ellos se puede recorrer las calles de la capital Ponta Delgada y sus monumentos, y los otros dos conocer el resto de la isla, con sus miradores, lagos, fumarolas de vapor y manantiales de agua caliente.

En los hoteles y agencias existen itinerarios contratados donde llevan a los turistas en autobús, pero creo que es el medio menos conveniente si deseamos disfrutar de la isla plenamente. Si tenemos carnet de conducción, lo mejor es alquilar un vehículo, uno pequeño es más que suficiente, e ir marcando un itinerario donde se pueda parar el tiempo apetecido, sin caer en visitas apresuradas de tres minutos, que suele ser lo que ofrece el turismo de masas bajando de un autobús y con un guía metiendo prisas. La isla pide ser visitada de forma libre, parando en algunos lugares el tiempo suficiente para disfrutar lo que se está viendo.

Voy a relatar mi visita en el orden que estimé más conveniente, adaptado al tiempo disponible y después de haber estudiado con anterioridad las características de la isla para no repetir itinerarios por error. Como sólo disponía de tres días completos, tuve que dividir el itinerario de esa manera, de forma que el primer día disponible lo señalé para una parte costera de la isla (teniendo en cuenta además el enorme tiempo perdido en el engorroso trámite de alquilar un coche). El segundo lo dejamos para la otra parte costera de la isla y el tercero para el interior, que salió mal por la aparición de intensas lluvias que obligaron a adelantar la devolución del coche (otro trámite engorroso) y al cesar la lluvia lo aprovechamos para recorrer la capital, que por otra parte también puede visitarse todos los días a última hora de la tarde una vez acabados los anteriores recorridos.


RUTA DIA 1

Salimos de Ponta Delgada por la carretera EN1-1ª, que discurre pegada a la costa conocida como Nordeste. La isla está llena de miradores, son tantos que no es aconsejable pararse en todos ellos si no de dispone de mucho tiempo. Por ese motivo iré nombrando y poniendo imágenes de los miradores en los que he parado, escogidos a raíz de comentarios y recomendaciones de otros viajeros.

El primero de ellos fue el Miradouro da Vigia das Baleias. Se denomina así por haber sido un en otra época un puesto de observación de ballenas. Tiene una espectacular vista sobre el mar y los acantilados, con una garita de vigilancia y una ermita dedicada a Nuestra Señora de Fátima. También dispone de barbacoas, mesas para comer y servicios de baño.


Al poco, por la carretera ER-1-1 encontramos el Miradouro da Vigia das Baleias das Feteiras, situado a 250 metros de altitud, que da vista a la costa este. Desde él podemos ver el pueblo de Feteiras a nuestros pies.


Más adelante pasamos al lado de Candelaria, que es uno de los pueblos más típicos de la isla, con las antiguas casas de colores y rodeado de acantilados.

A continuación paramos en el Miradouro Ilha Sabrina, desde el cual tenemos a nuestros pies las primeras imágenes de las famosas Termas de Ferraira, zona protegida de origen volcánico. Poseen aguas con capacidad terapéutica que proceden de los manantiales calientes.

Este mirador está situado en Ponta Ferraira, que es el punto más alto al oeste de la isla. En 1538 una erupción submarina con enormes columnas de lava que duró 3 meses. En 1811 se produce otra erupción que hizo asomar una isla que fue avistada por la fragata británica HMS Sabrina y la bautizó con su nombre la declaró de su propiedad. Años después acabaría desapareciendo y el gobierno británico se quedó sin ella.

Desde este mirador podemos ver el Farol da Ponta da Ferraira. Es el faro más grande de la isla, con 107 metros sobre el nivel del mar. La torre tiene 18 metros de altura. Construido en 1901, en un principio funcionaba con candiles de aceite y a mediados del siglo XX funcionó con un grupo electrógeno. Luego tuvo energía eléctrica.

Este entorno forma uno de los paisajes más espectaculares de Sao Miguel. Las Termas da Ferraira tienen instalaciones de balneario y una cala termal con una corriente subterránea que desagua en el mar y lo calienta.

Bajamos a las termas en vehículo por una fuerte pendiente en medio de rocas negras. Abajo encontramos un amplio aparcamiento, ubicado a unos 300 metros de las piscinas naturales.

El edificio termal tiene restaurante y una piscina de pago. También posee un hotel y piscina al aire libre.

Desde aquí seguimos por un camino señalizado hasta la cala termal.

Esta es una lengua de mar que se abre paso entre las rocas de lava negra y es aprovechada por los visitantes para bañarse a través de unas escaleras que entran en la mar. La temperatura del agua aquí es de hasta 28 grados en algunas zonas.

Tiene sogas para agarrarse y dejarse mecer por la corriente de agua. El oleaje golpea las rocas llenas de algas verdes, dejando charcas de colores azules y verdes. En julio y agosto hay socorristas en la cala.

En el edificio del spa, previo pago, podemos utilizar la piscina climatizada, la de agua fría, jacuzzi, sauna seca, baño turco y sala de vapor. El agua de la piscina es bombeada desde el mar. Dentro se puede alquilar toallas y hay duchas. Si sólo se quiere usar la piscina caliente al aire libre cuesta 5 euros (precios año 2017). El agua sale a 70º y al mezclarse con el mar es agradable al subir la marea queda el agua caliente en la parte de arriba y fría en los pies, pero el oleaje es muy fuerte. Hay restaurante para cambiarse.

Acabada la visita, subimos en coche la fuerte cuesta hasta llegar a la carretera general y de nuevo al Miradouro Ilha Sabrina y seguir por la carretera hacia el siguiente mirador.

Este es el Miradouro da Ponta do Escalvado, que con sus 150 metros de altitud ofrece maravillosas vistas sobre el mar en la costa oeste y una imagen de Ponta da Ferraira, los islotes de Mosteiros y la localidad de Varzea.

 


Llegamos a Mosteiros, que es una de las poblaciones más importantes de la isla, aunque no deja de ser un pueblo de pescadores pequeño. Tiene también piscinas naturales de agua de mar pero no termales.


La playa es de arena volcánica negra y al fondo se ven los llamados Ilhéus dos Mosteiros, que son unos islotes de piedra de forma curiosa por la erosión del mar, que se encuentran a unos 800 metros de la costa. Todo este paisaje es consecuencia de las erupciones habidas hace mucho tiempo, que se solidificaron al estar en contacto con el mar. Son de piedra negra rojiza de origen volcánico que en algunos puntos alcanza 72 metros de altitud y en ellos habitan numerosas aves migratorias.
 

La Praceta da Eira Velha fue construida en el año 2005 al lado del mar, es un lugar desde el cual se disfruta de una bonita vista del pueblo, los acantilados y las islas. El espectáculo del mar es maravilloso.

 

Una vez en la carretera pasamos junto a Joao Bom, que es una pequeña población muy pintoresca desde la que parten senderos hacia la costa y el interior. Incluso se podría llegar a pie a Mosteiros y a la laguna de Sete Cidades, en ruta ascendente.

Al poco llegamos a Ponta do Pargo, donde se ubica el Miradouro de Pico Vermelho, situado a 420 metros de altura, desde el cual se puede ver la localidad de Ajuda da Bretanha, muy cerca de los acantilados. Tiene mesas y bancos de piedra volcánica rodeados de flores. Para llegar a él hay que recorrer un camino de tierra.

Junto al mirador se halla el Molino de Pico Vermelho, de color blanco con aspas rojas, cercado por un muro de piedra en el que hay dos murales de azulejos que representan a los vecinos que llevaban a moler el cereal. Este molino se construyó entre los siglos XVIII y XIX y fue restaurado en el año 2012. Solo funciona en julio y agosto. Si lo encontramos abierto podemos subir al piso para ver una exposición sobre la ropa que utilizaban los molineros. A su alrededor pastan apaciblemente las vacas.

 Ajuda de Bretanha tiene una iglesia de cal y piedra volcánica.


Después de ver el molino nos dirigimos a Capelas, en el interior de la isla. Antes pasamos por el Miradouro da Vigia das Baleias. Tiene una garita de vigilancia y una pequeña ermita dedicada a Nuestra Señora de Fátima. Se pueden ver las piscinas naturales y la rampa de las ballenas y una antigua fábrica donde se procesaban los productos de las ballenas. Ofrece una vista impresionante de la costa norte.

Capelas es un pueblo de cerca de 4.000 habitantes. Su actividad fue antiguamente ballenera. Conserva las ruinas de las antiguas fábricas de aceite de cachalote. En este pueblo, de vida tal vez demasiado tranquila, no encontramos un alma por las calles. De hecho, tratamos de comer algo en un bar situado en la plaza, donde sólo tenían una chocolatina y nada más.

Desde aquí, para terminar el recorrido del primer día, volvemos desde Capelas hasta Ponta Delgada, pero visitando por el camino lugares muy interesantes.

La primera es el Aqueduto do Carvao. Según vamos camino a Sete Cidades encontramos el antiguo acueducto conocido como Muro Das Nove Janelas o también como Muro do Carvao, en referencia al cercano pico do Carvao.


Se construyó en 1830 con el propósito de llevar el agua de las lagunas cercanas hasta la capital de la isla. Ahora se encuentra abandonado y la vegetación lo ha cubierto por completo.

En pocos minutos más llegamos al lugar más fotografiado de la isla, el Miradouro Boca do Inferno. Esta es la visita típica del turista, el lugar más pisado de las Azores y que ningún visitante se pierde. Ello lo convierte en un entorno demasiado masificado y que puede resultar incómodo.

 Para llegar a él debemos coger el mismo camino que lleva a Lagoa do Canário. Antes de entrar en el camino, tenemos al lado de la carretera un amplio aparcamiento. El camino hasta el pie del mirador es de casi un kilómetro y en él encontraremos la senda que parte a la izquierda para ir al Lagoa do Canário.

Si no nos apetece caminar, es posible llevar el coche hasta la base del mirador, aunque existe un letrero disuasorio en la puerta de entrada, puerta que se cierra a cierta hora.

La pista es ancha y de tierra, fácil de caminar, aunque puede hacerse incómoda al no tener vistas por estar cercada por enormes árboles y por estar soportando el abundante tráfico de los vehículos que no se han quedado en el aparcamiento.


Al llegar al pie del mirador al final de la pista encontramos un aparcamiento a la derecha donde dejar el coche. Deberemos subir unos doscientos metros de escalones a través de un estrecho y pendiente sendero hasta llegar a una colina. En invierno puede estar embarrado y a pesar de lo que dicen algunos visitantes sobre su facilidad, puede ser un camino algo tortuoso para personas con algún tipo de incapacidad física.

El mirador, que está situado a 730 metros de altitud, es espectacular, con vistas a una antigua caldera volcánica llena de agua verde. Aquí es donde se hace la típica foto de la visita a las Azores, si es que logramos conseguir un hueco en el escaso y concurrido espacio que tiene.




Al regreso, si sobra tiempo y ganas, se puede coger el camino al lago do Canario. Es una laguna rodeada de árboles, Hay dos caminos que conducen al lago a lo largo de la pista. Puede hacerse cansado, lo que se debe valorar si es que vamos a seguir de visita por la isla. 

Bajando del Miradouro Boca do Inferno hasta Sete Cidades por la carretera EN9-1A podemos coger una carretera que sale a la izquierda hasta el espectacular Miradouro do Vista de Rei, que suele estar lleno de turistas y autocares. Hay que tener en cuenta que la duración de estacionamiento está limitada a 20 minutos como máximo pero merece la pena intentarlo. Su nombre hace honor al rey portugués Carlos I.

Siguiendo carretera abajo hacia Sete Cidades encontramos el Miradouro do Cerrado das Freiras, que es más tranquilo que el anterior y tal vez mucho mejor para contemplar los dos lagos de colores verde y azul sin padecer agobios.



Los dos lagos están separados por un puente abierto al tráfico de vehículos. Uno es de color verde esmeralda y el otro de color azul. Estos colores están provocados por la flora que vive en ellos. El cráter que ocupan tiene más de una docena de kilómetros de perímetro.

Muy poco después encontramos el Miradouro do Lagoa do Santiago, que si está despejado ofrece una visión impresionante del lago y de la localidad de Sete Cidades. El cráter del volcán está lleno de agua.

Seguimos a Sete Cidades pasando por el puente que separa los dos lagos.

 

Sete Cidades es un pueblo bonito con unas casas muy pintorescas. El lugar más visitado es la Iglesia de San Nicolás, católica, de mediados del siglo XIX construida dentro de un volcán. La entrada es a través de unas filas de cedros y pinos. 


De fachada blanca que hace contraste con la oscura piedra volcánica de su estructura.

 

DIA 2

Salimos de Ponta Delgada hacia Ribeira Grande, al norte de la isla.

Esta localidad es la segunda en tamaño de la isla y su arquitectura es de estilo colonial o indiano. Tiene unos 5.300 habitantes. Fundada en el año 1507 sobre una meseta volcánica con vistas al mar del norte de la isla. Su centro histórico tiene edificios de los siglos XVII y XVIII.




Torre do Relógio o Torre Sineira. Construcción de 27 metros de altura realizada en la segunda mitad del siglo XVIII con el propósito de engrandecer el arco del Ayuntamiento. Sobre este arco se levantó una sala destinada al alojamiento del carcelero que hasta entonces habitaba en los bajos del Ayuntamiento.


La torre se dividió en dos niveles, en el primero  veremos dos ventanas y en la parte posterior hay cuatro ventanas no alineadas, ya que sirven para iluminación de la escalera.

El nivel superior tiene un reloj en la parte delantera y en los lados unas campanas. El edificio se remata con una balaustrada con pináculos en las esquinas.


El puente de los Ocho arcos del siglo XVIII es una de las vistas obligadas. Ponte dos Oitos Arcos, en la calle Rua do Estrada, construido entre 1888 y 1893, en piedra volcánica. por el que circulan por un solo carril debido a su estrechez. Al tener una acera muy estrecha podemos caminar por él para ver el pueblo y el mar.

Al lado del parque discurre el río con pequeñas cascadas artificiales.

En el centro de la ciudad se encuentra el Jardim do Largo do Gaspar Fructuoso, una curiosa plaza en la que se ubica la Iglesia Nossa Senhora da Estela y el ayuntamiento de la ciudad. Esta plaza tiene un suelo hecho con adoquines blancos y negros.

Junto al quiosco encontramos la estatua de Gaspar Fructuoso, sacerdote nacido en el año 1522, que a lo largo de su vida realizó estudios de las islas pertenecientes a la Macaronesia (Azores, Canarias, Madeira y Cabo Verde) publicados en seis libros.

En el centro de la ciudad se ubica la iglesia parroquial del Espirito Santo, con vistas al mar. Es del siglo XVII con fachada de estilo barroco e influencias manuelinas, con mezcla de colores blanco y negro y una bonita torre con reloj acabada en una balaustrada.

 

En Ribeira Grande se encuentra la playa de Santa Bárbara, de 1200 metros, donde se puede practicar el surf por el fuerte viento de la zona. En verano se llena de turistas. En el lado opuesto a la playa, al final del paseo  de Ribeira Grande, se halla el Miradouro Terra do Norte, con amplia terraza, bancos de piedra y barbacoas.

Por la carretera llegamos al Miradouro da Ponta do Cintrao

Desde él se ve el Farol do Cintrao, que es muy feo, todo cemento. Se encuentra en el área de observación de aves y de cetáceos. Se halla sobre una erupción muy antigua.



También podemos ver a la izquierda la ciudad de Ribeira Grande que acabamos de visitar.

Poco después llegamos al Miradouro da Coroa da Mata.

Situado en el municipio de Ribeira Grande, está ubicado a una altitud de 368 metros y ofrece vistas sobre Ponta do Cintrao, bahía de Santa Iría, Porto Formoso y la costa norte hasta Maia. Tiene estacionamiento y rampa de acceso para minusválidos.



Más adelante encontramos el Miradouro de Santa Iria, uno de los más visitados de la isla, situado entre las localidades de Ribeira Grande y Porto Formoso.

Desde éste se puede ver un paisaje espectacular de la costa norte de la isla.

En sus alrededores hay plantaciones de té. A nuestros pies crecen abundantemente unas flores amarillas que parece ser que se llaman Ginger.



En nuestra ruta hacia Nordeste pasamos cerca del Salto da Farinha. Es una cascada de 40 metros que no siempre tiene agua. Hay que recorrer unos 150 metros desde el mirador por una senda. Suele ser muy visitada, pero no ofrece nada en especial si no disponemos de mucho tiempo.

Siguiendo por la carretera EN1-1ª camino de Nordeste y hacemos una parada en el precioso pueblo de Santo Antonio Nordestinho. Es freguesia (parroquia) portuguesa perteneciente al municipio de Nordeste, dedicado a la agricultura.



Por una carretera que sale de este pueblo podemos llegar a la ermita da Senhora do Pranto, donde dicen que en 1523 se apareció la Virgen a un pastor para anunciarle la peste que asolaría Ponta Delgada.

Pasamos por el pueblo de Lomba da Fazenda, donde se encuentra el Parque de Morgada. Es como un bosque de cuento atravesado por el cauce de un antiguo río lleno de vegetación.

En Lomba da Fazenda existe una ruta circular que comienza en el jardín junto a la Iglesia de Nossa Senhora da Conceigao, viendo antiguos molinos de agua y fuentes.

 Siguiendo nuestro itinerario llegamos a la popular población de Nordeste.

Esta es una pequeña ciudad situada en el noreste de la isla de unos 5300 habitantes. Hasta no hace muchos años sólo se podía acceder a ella en barco.



En el centro del pueblo se halla la estatua Don António Alves Oliveira.

En un lado de la plaza se encuentra la iglesia Matriz de Sâo Jorge, del siglo XVIII, con tres naves separadas por pilares basálticos. También se halla la Casa da Misericordia.

 

Cerca se encuentra el Puente de Siete Arcos, de 1883, bajo el cual se emplazan los jardines do Viaduto con una fuerte circular.

Saliendo de Nordeste pasamos por el Miradouro da Ponta do Arnel y a su lado una carretera que baja al Farol do Arnel.

Este faro es el más antiguo de la isla (1876). Se puede bajar en coche por la pronunciada pendiente que vimos antes, pero es mejor ver este faro desde el Miradouro da Vista dos Barcos.

Es zona protegida, con anidamiento de aves. Bajando más encontramos un pequeño puerto, aunque en caso de encontrar más vehículos puede ser un lugar incómodo.

Desde el Miradouro Ponta do Sossego, ubicado poco más adelante, también se obtienen preciosas vistas del faro y del puerto.





Este mirador es  uno de los más bonitos de la isla. Parece un parque lleno de flores y caminos en el que se goza de espectaculares vistas al océano, los acantilados y los bosques.

 

Siguiendo por la carretera llegamos al Miradouro da Ponta da Madrugada.

Es el lugar ideal de la isla para contemplar la puesta de sol. Cruzamos un arco y entramos en un jardín lleno de vegetación con barbacoas, mesas y asientos de piedra.



A la derecha se abre un sendero de piedra que discurre por debajo del mirador que también tiene mesas y sillas para relajarse.

Más adelante pasamos al lado del Miradouro de Agua Retorta, que carece de interés.

Siguiendo la carretera EN1-1ª encontramos el Miradouro do Pico Longo. Detrás de él se halla el Pico da Vara (1103), el más alto de la isla. 

Más adelante pasamos por el Miradouro do Por-do-Sol que tiene amplio aparcamiento pero que podemos obviar si no vamos sobrados de tiempo, ya que no mejora los vistos anteriormente.

Llegando a Povacao, tras pasar por una cerrada curva, tenemos el Miradouro do Ramalho desde el cual las vistas de Povacao son impresionantes.



Povacao es una pequeña población que constituyó la puerta de entrada por mar de los primeros colonos de la isla. En ella se ubica la Iglesia Nossa Senhora dos Remedios, que es la más antigua de las islas Azores.

Seguimos por la misma carretera camino de las Furnas, pasando por el Miradouro da Lomba do Cavaleiro, de escaso interés y en el cual apenas hay sitio para un coche.

Por fin llegamos a las Caldeiras das Furnas, también conocidas como Fumarolas das Furnas, es tal vez el punto de mayor interés turístico de la isla.

Las calderas son pequeños estanques de agua de lluvia formados en los cráteres del volcán inactivo desde 1630 que surgieron cuando la parte superior del cono del volcán se derrumbó en su última erupción. 

El agua de lluvia que se ha acumulado en estos agujeros alcanza temperaturas muy altas provocando así las fumarolas, manantiales y fuentes termales, que emiten un fuerte olor a azufre. Con temperasturas que oscilan entre 70º y 100º. La entrada es gratuita.





Curiosa y bonita parada de autobús ornamentada con mosaicos.




Parque Terra Nostra

Este parque era la residencia de verano del cónsul estadounidense en Azores Thomas Hickling, que construyó en el siglo XVIII. Es un enorme jardín botánico con plantas de todo el mundo y una piscina de aguas termales. Es toda una atracción, especialmente si se va con niños.

Dado que no me fue posible visitar este parque, que es bastante espectacular, añado a continuación una página web oficial en la que se pueden ver sus preciosas instalaciones.

https://www.turismoazores.es/isla-de-sao-miguel/jardin-botanico-terra-nostra-garden/

Además de la Vila das Furnas, existe un segundo llamado Fumarolas da Lago das Furnas, situado junto a la laguna de Furnas. Se accede a su parking pando antes en una taquilla que hay a la entrada.

El aparcamiento es amplio. Hay mesas y chimeneas naturales, con vapor de agua caliente, lodos efervescentes y manantiales de aguas minerales



Se debe tener cuidado con las raíces de los árboles para no dañar el coche.


El espacio está lleno de simpáticos patos, demasiado acostumbrados a recibir comida de los visitantes.




Uno de los espectáculos más divertidos que encontramos es asistir a la elaboración del cozido das Furnas, que se hace en ollas de hierro y contiene carne de cerdo, col, pollo, salchicha, tocino, nabos, zanahorias y patatas. Las ollas se atan con sogas que mantienen dentro durante horas en los agujeros. Lo preparan el día antes y al amanecer entre las 5 y las 6 de la mañana se cierran las ollas. Para comer hay que hacer reserva el día anterior.

 

Podemos ver gatos que se acomodan perezosamente al calor del suelo.

Bordeando el lago por carretera podemos llegar hasta la Capela de Nossa Senhora das Victorias, de estilo neogótico, que imita a la construcción de una catedral. Parte de la iniciativa de José do Cantopor un voto hecho a raíz de una grave enfermedad de su esposa. Eligió un lugar cerca del cráter de Furnas.

No la he visitado, en la siguiente imagen aparece al fondo a lo lejos.

 


Inaugurada en 1886. Las vidrieras evocan la vida de la Virgen desde el nacimiento hasta la Asunción. En la capilla está enterrado junto a su esposa.

https://www.saomiguelguide.com/capela-nossa-senhora-das-vitorias

En nuestro caso ya nos coge el final de la jornada y vamos camino de Ponta Delgada. Antes de dar por finalizada la ruta del segundo día, podemos visitar Villafranca do Campo y subir las escaleras de la Ermita de Nossa Senhora da Paz. Fue construida en el año 1764 y desde el año 1991 consta como Inmueble de Interés Público. Desde lo alto tenemos unas impresionantes vistas de Vila Franca.

Al llegar a Ponta Delgada, si quedan aún fuerzas, es recomendable hacer una salida nocturna por la ciudad, que es muy tranquila.

 

DIA 3

 

Salimos de Ponta Delgada hacia Caldeira Velha a través de una carretera montañosa, que en el día de mi visita encontré con bastante niebla.

Caldeira Velha es un lugar muy visitado por el turismo. Se trata de un precioso parque natural lleno de vegetación y alguna cascada.

Existe la posibilidad de darse un baño en alguna de sus piscinas, con agua termal de color anaranjado, con fuerte olor a azufre, y que tienen desde 24 a 36 grados.

El aparcamiento es en la carretera general y puede ser problemático. Luego entramos por un sendero rojo rodeado de bosques de laurisilva y líquenes que bordean a los riachuelos. Los helechos gigantes confieren una sensación selvática.

Hay que pagar una entrada y una vez dentro encontraremos una tienda y un museo, así como vestuarios y taquillas para quitarse y guardar la ropa e ir a la piscina. Se paga la entrada desde el año 2013 cuando se hicieron mejoras a las instalaciones y se construyó un centro de interpretación ambiental.



Al poco tiempo llegamos a la zona donde se encuentran los estanques (caldeiras) de aguas termales. En el centro de interpretación se puede cambiar la ropa para ir a bañarse. El lugar tiene una cascada y las caldeiras cubren como máximo un metro. Éstas son tres, la Poça de la Cascata, la Poça dos Fetos y la Poça dos Vimes.

Este espacio natural forma parte de la ladera de un volcán y aunque en esta isla llevan inactivos desde el siglo XVI, siguen calentando las aguas de sus pozas.


 

Ponta Delgada

En la tarde de la tercera jornada nos dedicamos a recorrer las calles de Ponta Delgada. Esta ciudad fue fundada en el siglo XV, constituyendo la capital de la isla.

La mayoría de sus edificios conservan la típica arquitectura colonial, aunque ha aparecido entre ellos alguno moderno y demasiado alto que rompe ese encantador aspecto típico portugués.

Encontramos negocios que nos trasladan décadas atrás y tienen un especial encanto.

Mirando al puerto desde lo alto se encuentra la Igreja de São Pedro, cuya construcción empezó en el siglo XV y se tardaron más de 200 años para su finalización.



Las calles son hermosas, limpias y con el típico empedrado portugués.





Aparte de sus numerosas callecitas, muchas de ellas peatonales, el lugar típico de esparcimiento lo constituye el paseo marítimo frente al mar con anchas aceras y restaurantes. Es una zona muy concurrida y podría decirse que alcanza una extensión de 3 km, la mitad de los cuales pertenecen a la zona del muelle. Esta zona abarca desde el Fuerte de Sao Bras hasta las playas.


La Iglesia de São Sebastião fue construida en el siglo XV sobre una ermita dedicada a San Sebastián. Su arquitectura evoluciona desde su estilo gótico inicial, pasando por influencias manuelinas, hasta llegar a la ornamentación barroca.

Es uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad. Destacan sus numerosos pórticos manuelinos y barrocos. Es un templo con intervenciones y estilos de diferentes épocas, siendo los más llamativos el manuelino y el barroco, evidentes en las puertas, altares y techos del interior.


A lo largo del tiempo, esta iglesia ha sufrido importantes reformas: la primera en el siglo XVIII, en el frontispicio; la segunda en el siglo XIX, en el entorno; y la tercera en el siglo XX, dándole su aspecto actual.

La Igreja Matriz de São Sebastião alberga un tesoro extraordinario, que incluye arte sacro, con especial énfasis en la estatuaria, la orfebrería y las vestimentas. Esta última colección incluye dos dalmáticas y dos casullas, que datan del siglo XIV, y otras del siglo XV. En el siglo XIX, António Joaquim Nunes da Silva, un acaudalado comerciante local, donó un reloj a la ciudad para que se colocara en la cima de la torre. Hoy en día, sirve como punto de referencia, además de haber sido el cronómetro de los habitantes de Ponta Delgada durante más de 100 años.


El Fontanário da Câmara Municipal de Ponta Delgada es una bonita fuente situada frente al ayuntamiento de Ponta Delgada.




El Antiguo Convento de Graça es un convento construido a mediados del siglo XVII.

Tras la abolición de las órdenes religiosas en el año 1834, la parte del convento sufrió reconversiones en escuela secundaria, biblioteca pública y archivo regional y la parte de la iglesia en un juzgado. Desde 2004 alberga el Conservatotorio Regional de Ponta Delgada.
 

En la Avenida Infante Don Henrique es donde encontramos centros comerciales, tiendas de vehículos, restaurantes y bancos.

 

La ciudad, al ser pequeña, solo tiene un centro comercial de estilo moderno, que se llama Parque Atlántico. Tiene algunas tiendas de ropa, comestible, electrodomésticos y electrónica, pero poco más salvo algunas cafeterías que dan a la calle.

Al final del paseo marítimo, en dirección al aeropuerto, se encuentra el Fuerte de Sâo Brás, construcción militar del año 1522 que servía para vigilancia y defensa ante los ataques por mar. Construido en estilo renacentista, fue modificado en numerosas reconstrucciones. Se puede visitar. Enfrente se encuentra el Monumento al Emigrante.

En esta zona está el Jardín Francisco Borges da Silva. Tiene un estanque, fuente con esculturas en honor a los marineros portugueses junto a varias placas conmemorativas en honor a los militares caídos en defensa de las islas.

En el año 2008 se terminó la realización de un ambicioso proyecto turístico y comercial que se denomina Portas do Mar. En él se modernizó el antiguo puerto amplicando el muelle sur a una longitud superior a los 350 metros, lo que permite el amarre de grandes embarcaciones y cruceros. En el puerto actual caben más de 400 embarcaciones de recreo.

En la zona de paseo marítimo cuenta con instalaciones comerciales, restaurantes. Terrazas, agencias de viajes, tiendas de coches y muchas otras relacionadas con actividades de recreo dedicadas al turismo. 

En el Paseo Marítimo se encuentra la Oficina de Turismo y varias empresas que realizan excursiones por la isla.

En el casco histórico y accesible desde el Paseo Marítimo se halla la Praça do Gonzalo Velho, tal vez el punto más visitado de la ciudad. Este lugar servía de entrada a la ciudad desde el mar y de ello dan recuerdo las Puertas de la Ciudad, unicadas en su parte central, así como el Monumento a Gonzalo Velho Cabral.

 


Los edificios que la rodean son de estilo típico colonial y entre ellos están los que sirven de sede para la Capitanía del Puerto.

A pocos metros se encuentra la Iglesia Matriz y la Praça do Municipio, donde está el ayuntamiento y el monumento a Sao Miguel. 


Gastronomía

El producto más típico de Azores es el pescado, atún, bacalao. En carne es la ternera criada en la propia isla en sus frondosas praderas y pastos. Al caer la noche se puede pasear por el Paseo Marítimo y en la plaza donde se ubican las Puertas del Mar y la iglesia de San Sebastián. En la zona hay muchos restaurantes de calidad. Se recomienda probar el queijo de Sâo Jorge.

 

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