Cementerio militar alemán de La Cambe (Normandía)

El cementerio de guerra alemán de La Cambe está situado cerca de la población del mismo nombre, muy próxima a la famosa ciudad normanda de Bayeux.


Alberga los cuerpos de 21.139 militares alemanes fallecidos en los combates habidos durante la batalla de Normandía en la Segunda Guerra Mundial (hay cifras distintas pero muy cercanas). En todo caso, es el cementerio con mayor número de enterramientos entre todos que fueron creados en Normandía a consecuencia de este conflicto.



Desde el mismo momento en que se produce el desembarco del 6 de junio de 1944, comenzaron a sucederse las muertes en combate de forma vertiginosa (las hubo anteriormente por efecto de los bombardeos y otros enfrentamientos). En la localidad de La Cambe se improvisaron rápidamente enormes cementerios para albergar los cuerpos de todos los soldados que iban cayendo, tanto de alemanes como de tropas aliadas. Debemos suponer que ante la magnitud de la batalla, de mucha más crudeza de lo que se esperaba, no dio tiempo a pensar otra solución más que esta, de cara a recuperar con el paso del tiempo dichos cuerpos, identificarlos y darles una sepultura más digna.



Al finalizar la guerra, además de los innumerables trabajos de reconstrucción de las poblaciones y campos destruidos, tanto en Francia como en otros países, se emprende también la gigantesca tarea de recuperación de los cuerpos de los fallecidos y, en lo posible, facilitarles una sepultura digna o bien la repatriación a sus países de origen, como sucedió principalmente con los norteamericanos.



En el caso del cementerio de La Cambe, aunque estaban mezclados cuerpos de distintos combatientes enemigos, el cementerio fue oficialmente estadounidense hasta el año 1947, en el que comienzan meticulosas exhumaciones de los cuerpos de los militares americanos, que en la mayoría de los casos fueron reclamados por sus familiares. De ellos, solamente serían devueltos a su país dos tercios de los cuerpos hallados, ya que el resto fue trasladado al nuevo cementerio que los norteamericanos instalaron en Coleville-sur-Mer, enfrente mismo de la playa de Omaha donde sufrieron tantas bajas el primer día.

Es decir, ante la falta de acceso a información sobre este penoso trabajo (que seguramente la hay), puedo imaginar que la zona quedó hecha un espantoso y tétrico caos, ya que en el levantamiento y traslado de los cadáveres de los norteamericanos se supone que se  desenterraron y volvieron a enterrar (?) los restos de los alemanes, que finalmente serían los que quedarían en este lugar. Cabe suponer que en Alemania apenas debieron quedar familiares con ganas de reclamar sus cuerpos.

Debe tenerse en cuenta que estas cifras sólo representan una pequeñísima parte del número de caídos que tuvieron las tropas de todos los países participantes en esta contienda, desde el día del desembarco hasta la rendición alemana en 1945. En lo que fue la denominada batalla de Normandía, entre el 6 de junio y finales de agosto de 1944, las fuentes alemanas citan una pérdida de unos 240.000 de sus soldados. En cuanto a las tropas aliadas, se habla de unos 225.000 hombres (estadounidenses, ingleses, canadienses y de varios países más). De la feroz resistencia alemana da fe, por ejemplo, la cifra de carros de combate destruidos, unos 500 alemanes por unos 4.000 de las tropas aliadas.



Mientras duraron los combates en esta zona, los muertos alemanes fueron enterrados de forma aleatoria a lo largo de Normandía, unas veces en fosas comunes y otras de manera individual. Después de finalizar la guerra y en medio de la caótica situación en que estaba sumida Europa en su reconstrucción, aparece una asociación  alemana denominada Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge, que gestionaba el cuidado o mantenimiento de los cementerios que habían sido improvisados durante la guerra, e inician la penosa recuperación de los cuerpos de los militares alemanes. Se instalan seis grandes cementerios en Normandía, el más importante de ellos el de La Cambe, dado que aquí era donde había sido enterrado el mayor número de caídos, y de acuerdo con lo pactado en el Tratado franco-germano sobre cementerios de guerra, se elige esta zona para construir una necrópolis cuando menos decente, para dar definitiva sepultura a los fallecidos.



Comienza a construirse en 1954 y se inaugura en septiembre de 1961. En este período se dio traslado a la Cambe de los restos de unos 12.000 militares procedentes de más de 1.400 puntos de enterramientos en la región de Normandía. Posteriormente, serían incorporados otros 700 cuerpos más localizados por lugares dispersos.

Visita al cementerio

Llegar a este cementerio puede ser un tanto complicado si no se busca información previa. En todo caso, no vamos a encontrar la cantidad de señalización vial que existe en Normandía sobre todo lo que rodea a los acontecimientos del Día D y sobre los innumerables museos y monumentos que existen. Lo más recomendable es acercarse a la localidad de Bayeux y desde aquí dirigirse al pueblo de La Cambe, desde el cual podemos coger una tranquila carretera que va paralela a la autopista en sentido Cherburgo, hasta llegar al camposanto. Entre los habitantes de la zona se percibe cierta indiferencia sobre todo lo relativo a este cementerio, incluso es preferible no preguntar por él, no se trata de odio pero sí es perceptible cierta indiferencia, como si nunca hubiese existido el camposanto ni los propios alemanes. Incluso, desde mi punto de vista, me resulta decepcionante el ruidoso discurrir de la autopista con su enorme tráfico a muy pocos metros de la puerta del cementerio. Opino que, como se hace en otros muchos tramos de las autovías, se podría haber instalado una pantalla aislante desde ella.


Nos damos cuenta de que hemos llegado a él por dos motivos: uno de ellos es al encontrar un modesto aparcamiento cerca de su puerta (no necesita más para las visitas que recibe); el otro es que el cementerio no está cerrado por protección alguna, y al acercarse ya podemos ver las tumbas desde el mismo coche; de hecho podría entrarse en él sin pasar por la puerta. Por supuesto, aquí no hay bares, tiendas de recuerdos ni nada que se le parezca. Sí que existe una pequeña oficina de información, que encontramos cerrada.



Desde el aparcamiento se accede a una especie de pequeña antesala después de atravesar una diminuta puerta de acceso con unas imponentes hojas.




En esta existe un registro de los enterrados en dos libros, en los que se puede consultar la ubicación de cada sepultura, en un ordenamiento efectivo y muy germánico.






A continuación pasamos por otra puerta que nos introduce ya en el camposanto.



Desde el Tratado de Versalles de 1919, los cementerios militares alemanes tienen cruces y tumbas oscuras, y esto es lo primero que veremos al pisar la hierba del este cementerio.


Desde la misma puerta de entrada, llama la atención el gran túmulo que se halla en el centro del cementerio, que sostiene una gran cruz cristiana hecha de roca volcánica negra, flanqueada por dos figuras de guerreros germanos. Debajo se encuentra una fosa común con los cuerpos de 296 soldados, 207 de ellos desconocidos.




A este túmulo se puede subir por unas escaleras posteriores.



Alrededor de este monolito se extiende el cementerio en el que hay enterrados 21.139 militares fallecidos en combate en Normandía. La mayoría de ellos murieron entre el 6 de junio y el 23 de agosto de 1944. Leyendo los datos de sus placas, veremos que sus edades oscilaban entre los 16 a los 72 años.




Sobre el tema de las edades que se pueden leer en las placas conviene hacer una puntualización: muchas personas que desconocen la organización que tenía el ejército alemán en Normandía, en particular en estas fechas en que pasó a ser operativamente de carácter defensivo, se apenan al ver muchas placas con jóvenes de 16 y 17 años. Realmente, estos jóvenes eran pertenecientes a las denominadas Hitlerjugend (juventudes hitlerianas), que fueron adoctrinadas en el nacionalsocialismo más radical y de fidelidad absoluta al dictador hasta dar su vida por él. 

En enero de 1943 se crea una división especial de las SS formada por jóvenes de las Hitlerjugend nacidos en 1926 en plena efervescencia nazi. Son adiestrados en Bélgica por los más veteranos y curtidos en combate de la Leibstandarte SS Adolf Hitler. A partir de ahí se forma con ellos una división blindada, la Panzerdivision, y se les asigna a las Waffen-SS. En la primavera de 1944 fueron enviados a Caen, iniciando su bautismo de fuego asesinando a civiles franceses en su traslado hasta la zona.

En el momento de desembarco, la 12ª SS División Panzer Hitlerjugend estaban situadas como reserva cerca de las playas, aunque por los bombardeos de los aliados no pudieron intervenir hasta horas más tarde.

Durante el desarrollo de los combates, las Hitlerjugend y su famoso jefe  Kurt Meyer, tan joven como despiadado, se distinguieron por el fanatismo y crueldad que demostraron tanto combatiendo como en el trato a la población civil. Meyer fue posteriormente juzgado por crímenes de guerra, ya que su orden de combate era la de no hacer prisioneros.

Uno de los motivos de la tardanza de conquistar la ciudad de Caen (que según los ingleses caería en 24 horas), se debió principalmente a la fanática actuación de los adolescentes de la Hitlerjugend, que la reconquistaron y defendieron durante semanas con carencia de medios, armas y alimentos, recibiendo mientras intensos bombardeos y sufriendo muchas bajas. El fanatismo que les había producido el eficaz lavado de cerebro recibido desde niños les hacía desear la muerte antes de rendirse. Se daban casos de que alguno de estos jóvenes se entregaba a las tropas aliadas y cuando estaba a su altura se suicidaba haciendo estallar una granada y matando a la vez a sus enemigos. Por ello, los aliados, principalmente los norteamericanos, en muchas ocasiones llegaron a perder los pocos principios que pueden quedar en una guerra y hacían caso omiso cuando veían a las tropas alemanas rendirse brazos en alto y disparaban igualmente sin piedad contra ellos. Para desalojarlos de Caen fue necesario destruir por completo la ciudad en un intenso y tal vez innecesario bombardeo aliado que mató a muchos civiles.

Por ello, cuando al visitar el cementerio de La Cambe vemos estas edades en las placas, debemos tener en cuenta que no se trataban de inocentes criaturas alemanas robadas de sus hogares, sino tropas de élite y fanáticas, especialmente entrenadas para matar sin piedad y que deseaban morir por Hitler hasta el último segundo de sus vidas. Su ciego y brutal comportamiento era mal visto por muchos soldados veteranos de las tropas alemanas. En la absurda y agónica resistencia alemana en Normandía, finalmente se llegaron a enviar reservas de ancianos y chicos de 14 años sin la debida preparación militar mientras lo mejor de las Hitlerjugend se retiraba hacia la frontera.



Las cruces que vemos son de tipo prusiano y se distribuyen en grupos de 5 personas, ya que no se hicieron enterramientos individuales. La cruz central sobresale sobre las otras cuatro y carecen de inscripción, ya que entre ellas se encuentran las tumbas de los soldados con unas placas en el suelo con su nombre y fecha de nacimiento y defunción.




El camposanto cubre 7 hectáreas, 3 de las cuales son un jardín en el que en el año 2009 fueron plantados 1.200 arces.

En el cementerio se pueden ver muchos árboles siguiendo una tradición germana y de países nórdicos, según la cual los difuntos reposan mejor a la sombra de los árboles.





Por simple curiosidad, en mi visita fui otro de esos que buscan la tumba del famoso tanquista Michael Wittman. En la entrada se puede consultar en los libros en los que figuran el posicionamiento de las tumbas, pero encontré como muy ardua la tarea, y busqué sin más con la confianza de que sería muy fácil dar con ella, pero no hubo manera. Opté por la solución de subir al monolito central y tener una panorámica de la mayoría de las placas. Aunque muchas tenían flores y coronas, incluso algunas de ellas recientes, me fijé en una que destacaba sobre el resto y efectivamente, era la que buscaba. Para los que acudan con esta idea, informo que se encuentra a la derecha a los pocos metros de traspasar la segunda puerta que da acceso al cementerio.






Hasta el año 2015, en que fue destrozada en una noche, la tumba tenía una fotografía del tanquista. En dicho ataque, además de robar la fotografía, se llevaron la placa, que fue posteriormente repuesta, aunque no la imagen. Se supone que fue producto de simpatizantes nazis que se la llevaron como recuerdo.



La sensación que me dejó la visita a este cementerio, hecha en la apacible tarde de un día de septiembre, es de una paz y serenidad sobrecogedoras. Dejando aparte el origen de estos enterramientos, ideologías y las desgracias que ocurrieron en esta zona de Francia en el año 1944, podría decir que el cementerio alemán de la Cambe fue el más hermoso que he conocido en mi vida y a pesar de su imponente seriedad, no transmite malestar en ningún momento. Me causó más grata impresión que el norteamericano.
 


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