Col de Aubisque (Francia)

El Col de Aubisque es un puerto de montaña de 1.709 metros de altitud, situado en los Pirineos franceses y muy apreciado por los amantes del ciclismo. Ha sido paso de etapa en numerosos Tour de Francia desde el año 1910, estando catalogado como de categoría especial.

Esta publicación no está relacionada con el deporte o afición al ciclismo, por lo cual trataré solamente de describir el recorrido desde la visión de un turista viajando en automóvil, ya que es igualmente un itinerario muy recomendable a toda persona que visite los Pirineos y desee disfrutar de su belleza desde su propio vehículo.


Como digo, se puede hacer perfectamente en coche pero siempre teniendo en cuenta la gran afluencia de vehículos que suele sufrir en verano y el enorme tránsito de ciclistas que, debido a la dureza de la subida, tienen que emplear un gran esfuerzo físico para realizarla y lógicamente van a una velocidad muy inferior a la nuestra en coche, por lo que debe tenerse esto muy presente para mantener la distancia, respeto y paciencia necesarias.



Entre los meses de diciembre a junio se suele encontrar cerrado por una barrera en el comienzo de descenso hacia el Col de Soulor.

en este lugar se sitúa la barrera de cierre

Se puede llegar a su cima partiendo de diferentes puntos: desde Argèles-Gazots, desde Arthez-d’Asson o desde Laruns, por nombrar los más cercanos de cierta importancia.

Origen de esta vía

Consultando las hemerotecas, me entero de que este trazado a través del Col de Aubisque se debe al deseo de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa del emperador Napoleón III. El matrimonio, como se sabe, estaban bastante dedicados al disfrute de placeres en buenos hoteles y balnearios termales, siempre acompañados de una amplia corte de aristócratas y gente adinerada.

Los emperadores, entre otros muchos lugares franceses, hicieron también estancias veraniegas en el pueblo termal de Eaux Bonnes, que no queda lejos de la frontera española.



La emperatriz deseaba disfrutar de mayores entretenimientos por estos valles y pidió que se construyese una vía de comunicación entre Eaux Bonnes y la localidad de Argeles Gazost, por estar esta última mejor comunicada con el centro de Francia. Por supuesto, los deseos de la emperatriz se cumplieron y fue construida -con menos recursos que los actuales- la carretera que ahora pasa por el Col de Aubisque. 

Parece ser que esta vía se hizo sobre el año 1846 y formaba parte de la misma carretera que pasa a través del Col de Tourmalet. 


Mucho tiempo después, a principios del siglo XX, ya comenzó a utilizarse como etapa del Tour de Francia. En 1930 se integró en la red nacional de carreteras francesas y fue bastante mejorada.

bajada al Col de Soulor

Actualmente, la carretera se conserva en muy buen estado, ya que la organización del Tour de Francia viene encargándose de su mantenimiento.


Col de Aubisque desde Laruns

En este caso, voy a tomar como punto de partida Laruns, bonito y tranquilo pueblo de 1.200 habitantes. Desde él vamos a acometer una ascensión de 1.190 metros, con un recorrido de 16,6 km y una pendiente promedio del 7,17%, llegando a tener un tramos de hasta el 13%. Una etapa muy dura para los ciclistas y ello se podrá apreciar cuando los rebasemos en la subida, en la que se manifiesta en sus rostros el gigantesco esfuerzo que están realizando.

Laruns y la subida que nos espera

Si la partida se hace desde de Asson o de Argeles-Gazost, tenemos que pasar antes a través del Col de Soulor, que está a unos 7 kilómetros antes del Aubisque. Desde Soulor hasta el Aubisque se han hecho descensos vertiginosos y suicidas en etapas del Tour por parte de algunos corredores.

plaza de Laruns

la bicicleta siempre protagonista en esta zona

Al poco de dejar atrás Laruns en terreno aún llano, tenemos que cruzar el misterioso y fantasmal pueblo de Eaux Bonnes, ese que antes mencioné donde los emperadores franceses, rodeados de gran acompañamiento, pasaban temporadas de verano. Pero lo que encontraremos es lo que resta del imperio, es decir lujosas mansiones en ruinas.


calle de incorporación a Eaux-Bonnes pasando por delante del Hotel des Princes

Tanto si vamos en coche como en bicicleta, para tomar la carretera de subida a Aubisque hay que pasar por el centro del pueblo, primero subiendo por la derecha por delante del hermoso Casino y las impresionantes ruinas del Hotel des Princes (denominado también el Titanic de los Pirineos), en completo abandono.

la misma calle vista desde arriba

el Casino

Merece mucho la pena hacer una parada en este pueblo y recorrerlo para poder apreciar lo que llegó a ser en el siglo XIX y ver con asombro los impresionantes edificios de época, abandonados y cayéndose poco a poco. Sobre este lugar dejo un enlace de otra publicación mía.

http://www.dibujandopaisajes.com/2018/01/eaux-bonnes-un-pueblo-fantasma-o-lo-que.html


hay que subir por delante del Hotel des Princes hasta el final de la calle

Subiendo esta calle pasamos por delante de las ruinas del impresionante Hotel des Princes, que guarda en sus escasas paredes los recuerdos de la estancias de los emperadores y de un estilo de vida ostentoso propio del siglo XIX.

ruinas del Hotel des Princes, también conocido como el Titanic de los Pirineos


Después de llegar a la parte alta del pueblo tenemos que bajar unos metros por la calle de enfrente y a mitad de esta calle, a la derecha y muy escondida, se abre otra estrecha calle que lleva a la carretera de ascensión al Col de Aubisque.

en la parte alta de la calle una señal nos anuncia por dónde tenemos que ir al Aubisque

a mitad de calle, a la derecha, se abre la carretera al puerto


la flecha señala la casi escondida calle que hay que tomar para subir al Aubisque

el pueblo visto desde la carretera que sube a Aubisque

subiendo la calle nos encontramos a la izquierda con una preciosa mansión


Al acabar esta corta calle y tras pasar una curva, a la derecha comienza la dura ascensión al Aubisque, por una estrecha pero bien cuidada carretera.


Los primeros siete kilómetros tienen una pendiente media en torno al 5%, que para los ciclistas son los mejores de la ascensión, ya que en verano están protegidos por la sombra de los árboles.

Pasamos a la altura del camping de Sicoo y la cascada de Le Valentín. Al poco llegamos a la zona del Camping du Ley, desde donde existe un arranque de sillas de remonte para la práctica del esquí y un estacionamiento para autocaravanas.


Un poco más arriba asoma sobre nosotros la impresionante mole de edificaciones de la Gourette.

en medio de la vegetación asoma la estación de Gourette

Al llegar a este lugar nos topamos con la típica y horrenda urbanización llena de tiendas y restaurantes que suele existir en las estaciones de esquí, de cuadrados edificios de apartamentos. Los edificios están conformados por fachadas llenas de  monótonas terrazas de hierro y cristal que dan la apariencia de una barata urbanización playera del mediterráneo español. Hay otras estaciones de esquí que se esfuerzan en dar a sus edificaciones un aspecto más alpino, pero este no es el caso.

A partir de aquí la carretera se mantiene ligeramente estrecha pero con raya en el medio, y a unos 3 km del puerto nos encontramos ya a una altura de 1.430 metros. A partir de este momento la arboleda comienza a desaparecer y en su lugar surgen las temibles rampas. Las vistas a esta altura son impresionantes. Tanto en vehículo como en bicicleta se debe tener cuidado con el ganado suelto por la carretera. Es una subida en la que a un lado de la carretera tenemos una vertiginosa caída de cientos de metros y en la que, si venimos en coche, encontraremos tramos en los que desearemos no encontrarnos con otro vehículo en sentido contrario.

Unos 2 km antes de llegar a la cima podemos ver a la izquierda, sobre el precipicio, la impresionante mole del Hotel Bar Les Cretes Blanches, que posee un fantástico mirador sobre los abismos, en el que se recomienda hacer una parada y disfrutar de las impresionantes vistas sobre Gourette y asomando por un lado el imponente Pic du Midi.

En el último kilómetro hay alguna curva muy cerrada que hay que tomar con atención y arrimado si se va conduciendo, ya que es lugar de ganado suelto y también hay mucho ciclista, algunos de ellos con poca experiencia y mucha temeridad y que suelen bajar a tal velocidad que en las curvas atajan o se echan al carril contrario para no caer y pueden venirnos de frente al coche.

Al llegar a la cima lo primero que encontramos es un letrero avisando del riesgo que pueden correr las autocaravanas en caso de tratar de proseguir en ruta hasta el siguiente puerto de Soulor.



el famosísimo trío de bicicletas gigantes que se encuentran a la entrada de Aubisque

A la derecha nos topamos con las ya famosas bicicletas gigantes colocadas en julio del año 2007 en homenaje a los aficionados del ciclismo. Una tiene el color amarillo que porta el líder de la carrera, la verde es la habitualmente denominada "premio por regularidad" y la blanca con lunares rojos es la que lleva el clasificado como "rey de la montaña".

Para los amantes españoles de este deporte, Aubisque tiene el grato recuerdo de que Federico Martín Bahamontes lo pasó en primer lugar en los años 1954, 198, 1963 y 1964. Hubo más españoles que pasaron los primeros de etapa por esta cima, entre ellos Indurain.


Este puerto se ascendió por primera vez en el Tour del año 1910, el primero en el que se trató de endurecer un Tour que hasta entonces había sido muy flojo en etapas de montaña, y en ese año incluyeron cuatro puertos de cierta envergadura como eran Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, que acabaron convertidos en clásicos del Tour de Francia. Al año siguiente añadirían otros dos en los Alpes: Galibier y Telegraphe.


Sin embargo, al día en que escribo esto, Aubisque sólo ha sido final de etapa en los años 1971 (Bernard Labourdette), 1985 (Stephe Roche) y 2007. Como anécdota, el corredor que gano esta etapa en 2007, Michael Rasmussen, sería posteriormente expulsado por dopaje.


En la misma cima encontramos una amplia explanada que puede acoger a gran cantidad de vehículos.  



Es normal que en este puerto podamos encontrar un día infernal de agua y frío aunque sea a primeros de septiembre, como sucedió en una de mis visitas. En estos casos, tendremos el espacio para nosotros solos aunque las tiendas y el bar estén abiertos.


hacia Laruns parece estar más despejado

la figura del perro pastor que existe en la entrada del bar otea el horizonte en espera de visitantes

En las praderías de alrededor, especialmente en la bajada a Soulor, pastan cientos de ovejas, vigiladas por el famoso perro pastor pirenaico, un can de hermosa planta y nobleza.






Está muy bien hacerle una caricia, pero teniendo en cuenta de que no deja de ser un perro guardián y puede reaccionar negativamente si interpreta una acción extraña por nuestra parte. Por otro lado, siempre hay que ser cuidadosos con no coger garrapatas o parásitos de animales que viven permanentemente en las praderas.

  
Los caballos corretean sueltos en total libertad aunque, mal  acostumbrados por muchos turistas, en ocasiones invaden la zona del aparcamiento en busca de comida poco apropiada para ellos.



Como suele pasar en todos los lugares por donde circulan muchos turistas, en este puerto también encontramos el restaurante y las tiendas de recuerdos. En el año 2015 el establecimiento hotelero tenía puesto el letrero “se vende”, pero en cada una de las siguientes ocasiones en las que he parado encontré diferentes personas trabajando en el bar y las tiendas, aunque los artículos suelen ser siempre los mismos. No tengo evidencia de que siga en venta o de que se utilice como hotel en estos momentos.











en la entrada del bar se encuentra la figura del perro pastor de los Pirineos


A pesar de ser un lugar en gran parte turístico y explotado en ese sentido, he de decir que en el bar no he comido nada mal ni caro, en alguna ocasión por un precio modesto pude saborear un plato de cordero con patatas y ensalada que estaba estupendo, tal vez debido al apetito que suele entrar cuando se respira el aire sano de la cumbre.

ciclistas veteranos haciendo un alto en el bar

un sencillo plato de cordero con patatas sabe a gloria en este puerto

En las tiendas, además de vender quesos y productos típicos del Pirineo, tienen también los habituales recuerdos del lugar en forma de llaveros, imanes, vasos, libretas, etc.



En la tienda que antecede al bar venden ropa de abrigo de lana de bastante calidad, aunque también mezclada con otra que se puede comprar en cualquier lugar. En el edificio vecino hay otra tienda que vende ropa deportiva de marcas sencillas pero conocidas a un precio que seguramente está “inflado” por el hecho de ser un punto de paso de turistas, pero sorprendentemente he encontrado esas mismas prendas a precios superiores en otras localidades.


En Aubisque, justo donde comienza la bajada al Col de Soulor, existe una placa en honor a André Bach, que fue un oficial de la Legión francesa que durante la primera guerra mundial perdió el brazo izquierdo. Como quedó hundido anímicamente, un médico le aconsejó buscar alicientes como practicar el ciclismo. A finales de los años 30 solía subir casi a diario hasta Aubisque, pero en 1943 los nazis lo enviaron aun campo de exterminio. No tuvo suerte ya que, aunque fue liberado en 1945, murió de regreso a Francia. En 1948 se le erigió este monumento en su honor y en recuerdo de los ciclistas del Béarn Cyclo Club del que fue presidente entre 1937 y 1940. En esta placa dice lo siguiente;


André Bach 1888-1945
Officier de la Légion d'honneur
Grand mutilé - Président du CCB - Mort en Déportation
Pour perpétuer son souvenir en ce lieu qu'il aimait tant
Ses amis Les Cyclotouristes du CCB 1948



Pocos metros detrás de esta placa también encontramos un busto dedicado al belga Lucien Buysse, ganador del Tour de 1926, que coronó el Aubisque en la que sería conocida como "la etapa del infierno", en un horrible día de lluvia. Se dice que ha sido la etapa más dura de toda la historia del Tour. En aquel año, a pesar de las condiciones de las carreteras y de lo mal equipados que iban los ciclistas, había etapas de hasta 433 kilómetros. En ese año la décima etapa su disputó bajo lluvia, frío y niebla. La iniciaron en Bayona a medianoche y acabó diecisiete horas después en Luchon. Buysse sacó 25 minutos al segundo clasificado, pero a la meta sólo llegaron 47 corredores a medianoche y porque la organización de la carrera envió unos autobuses a buscarlos. Al final se consideró como llegados a meta a 54 corredores y quedaron desclasificados otros 22. El titular del maillot amarillo hasta esa jornada llegó dos horas después de Buysse y se dice que empujado por el coche de su equipo.

En este busto re recoge muy bien el gesto de sufrimiento que debía de padecer al coronar el puerto. Cuando llueve las gotas de agua resbalan dolorosamente por su rostro, como si se tratase del propio sudor y lágrimas.



Después de pasar un buen rato en el Col de Aubisque sólo podemos hacer dos cosas: regresar por donde vinimos o bien seguir ruta al siguiente puerto de Soulor, que está a 7 Km. En el camino encontraremos unas vistas espectaculares, pero el trayecto exige mucho cuidado ya que puede llegar a ser peligroso por el enorme precipicio que se abre a un lado y la carretera no es demasiado ancha, sólo lo suficiente si se circula con sentido común. En principio hay una bajada al Circo de Litor, de belleza peligrosa y abrumadora,  y después de pasar un estrecho túnel, nos quedan 2 km de subida a Soulor. Hay que tener mucho cuidado si se va en vehículo para no atropellar a los numerosos ciclistas que suben despacio, especialmente en la oscuridad de los túneles.

bajada al Aubisque vista desde Soulor






Col de Soulor

En este puerto encontramos también otro bar restaurante y una amplia explanada en la que aparcar. En ciertos días se celebra un mercadillo que debe ser interesante.


subiendo la carretera ya asoman las instalaciones del puerto

Al Col de Soulor (1.474 m), además de llegar desde Aubisque, se puede acceder desde la localidad de Argèles-Gazots o desde Arthez-d’Asson. 

La subida desde Arthez-d’Asson comienza realmente al llegar al pueblo de Ferrières, desde el que arranca una subida de unos 12 kilómetros a unos 550 metros de altitud y pendientes en torno al 11 y 12%, a través de un paisaje precioso pero con un asfalto poco cuidado.

La subida desde Argeles Gazost es mucho más buena. Los primeros 7 km son los menos duros. Se pasa por Aucun y Arrens, donde comienzan las rampas más duras de otros 7 km hasta la cima del Soulor, algunas del 17%.

Al contrario que Aubisque, el Col de Soulor es accesible durante todo el año.






en Soulor también encontramos animales a sus anchas

carretera de llegada a Solulor desde Asson

Al poco de dejar atrás Soulor en dirección a Argeles-Gazots, encontramos el conocido Chalet de Soulor, un establecimiento hotelero casi siempre ocupado.

Chalet de Soulor

Según vamos descendiendo el paisaje vuelve a recobrar la vegetación frondosa y se vuelve espectacular.



De esta manera llegamos ya a tierras bajas donde la carretera ya no tiene la dura inclinación de los puertos, pero el paisaje sigue sorprendiendo por su belleza.




Anécdotas ciclistas

En la etapa del Tour de 1910, el ganador del tour, Octave Lapize llamó asesinos a los organizadores después de coronar el Aubisque. Así todo, este corredor, que estuvo activo entre 1909 a 1914, no lograría nunca más acabar el tour. Participó como piloto en la primera guerra mundial, donde fue abatido en 1917. En el Col de Tourmalet tiene una placa en conmemoración de su victoria en este puerto en la octava etapa del tour el 21 de julio de 1910

En el tramo de descenso a Laruns, se produjo el 13 de junio de 2018 un desprendimiento de tierras que hizo desaparecer grandes tramos de la carretera y había muchas dudas sobre su reparación antes del Tour de ese año. La reparación tuvo un presupuesto de 700.000 euros y fue realizada con éxito.

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