Friburgo de Brisgovia (Alemania)

Cuando planificamos un viaje o visita a un lugar, es normal que antes nos informemos bien sobre el destino y sobre lo que vamos a encontrar en él, mirando opiniones de otras personas o los vídeos publicados en internet por otros viajeros. Pero a veces ocurre que cuando realizamos ese viaje, encontramos que no nos ofrece las expectativas que teníamos creadas, o bien las supera pero, por una mala planificación o por simple casualidad, la visita se convierte en un triste recuerdo en lugar de un placer.

Nuestra visita a Friburgo no nos dejó un triste recuerdo, más bien todo lo contrario, pero nos quedamos con la sensación de no haber disfrutado de todas las posibilidades que ofrece esta hermosa ciudad.

En esta publicación describiré la que fue nuestra visita real, ilustrada con las correspondientes fotos, pero a continuación pondré un recorrido de la que, a mi criterio, sería la visita ideal que no llegamos a hacer.


Partiendo de Colmar

La visita a Friburgo está relacionada, en muchos casos, con los viajes a los mercadillos navideños de la Alsacia. Ese fue también nuestro caso, ya que estábamos alojados en Colmar en el mes de diciembre de 2019.

Sabiendo de antemano que Friburgo es una ciudad muy animada, preferimos hacer la visita en un día laborable. Y en ese día concreto partimos desde Colmar sobre las 10:30, tal vez una hora demasiado tardía teniendo en cuenta la buena costumbre de madrugar que existe en estas ciudades europeas.

Para empezar, la mañana estaba fría, lluviosa, oscura, embarrada, asquerosa en una palabra, la carretera tenía un tráfico lento y pesado que no animaba a avanzar y con calzadas demasiado mojadas, casi sin ver con claridad por el cristal del coche y con los faros encendidos como si fuese de noche.

Al llegar a Friburgo, lo primero que tenemos que hacer, lógicamente, es buscar un lugar dónde dejar el coche, mejor si es lo más cerca posible del centro. La zona que suelen recorrer los turistas es la denominada Altstadt. Pero debemos tener en cuenta que el centro de la ciudad es zona medioambiental restringida para vehículos de combustión.

Y en nuestro caso surge el primer problema: no hay un aparcamiento libre, ni en la calle ni en edificios privados. Y eso que Friburgo tiene aparcamientos de sobra, pero hay tráfico abundante y los que somos de una tranquila ciudad española y provinciana, sin metro ni tranvía, nos encontramos torpes al vernos inmersos en un rápido tráfico de miles de ciclistas que se mueven con suma agilidad alrededor del coche, el suelo está lleno de raíles y hay que tener presente la posibilidad de que los tranvías asomen por delante y por detrás y nos pille en medio de su paso. Añadamos a esto que era día de mercado y que la catedral estaba en obras.

A fuerza de dar vueltas en coche, acabamos apartándonos del centro histórico, por lo que lo más sensato es introducir los parkings en el navegador (si disponemos de él). De esta manera, pude ubicar un gran parking subterráneo (Parkhaus Karlsbau) situado en una estrecha calle llamada Auf der Zinnen, sobre el que se alza un gran centro comercial con el mismo nombre del parking. Un letrero luminoso pone claramente Voll, o sea "completo", pero hay una larga fila de coches esperando y se trata de tener fe y esperar junto con ellos a que abran la barrera, ya que están marchando muchos coches que dejan plazas libres. La entrada es complicada ya que se accede a la vez por dos carriles, para encontrarse ambos  en el único paso que existe al llegar a la barrera donde se sacan los tickets. No pasa nada, estamos en Alemania, se van cediendo el turno mutua y educadamente y no hay enfados ni pitidos.

Dentro es una enorme superficie pero con plazas muy decentes y con ascensores de subida al nivel de calle, que abren sus puertas dentro del mismo centro comercial.

Y aparcado el coche, toca salir a la calle empuñando paraguas y subiendo bien el cuello del abrigo, porque el frío es húmedo y penetrante.

Desde este gran centro comercial salimos (de pura casualidad) a la Conrad-Gröber-Strabe, que nos lleva directamente a la plaza de la catedral.




La catedral (Freiburger Münster)

La catedral de Friburgo merece una visita generosa en tiempo, siempre que interese este tipo de arte, lógicamente. Aquí resumo unos pocos datos sobre ella, ya que los interesados en su historia pueden consultar por internet la abundante documentación que existe.

La construcción de esta catedral duró más de tres siglos. Comenzó en el año 1200, en estilo románico, y más adelante continuó en estilo gótico.


No siempre fue considerada catedral, ya que no alcanzó este rango hasta en el siglo XIX.



Su torre tiene 116 metros de altura y es la primera en la historia del arte gótico en ser construida de una manera completamente perforada.

Su campana “Hosanna”, con 750 años y más de tres toneladas de peso, es una de las más antiguas de Alemania y su sonido es especial. La catedral tiene en realidad 19 campanas, que suenan a mediodía a la vez.

A su alrededor tiene 91 gárgolas que, aparte de servir de evacuadores de agua de las frecuentes lluvias, significaban protección contra los demonios.

Esta catedral no sufrió daños en la Segunda Guerra Mundial ni en anteriores, y es objeto de una permanente restauración y limpieza

Si se desea, es posible ascender al campanario por una estrecha escalera de caracol y de esta manera tener el placer de ver la ciudad desde las alturas

Posee hermosas vidrieras, algunas (pocas) son originales del siglo XIII y otras fueron añadidas posteriormente. Sin embargo, muchas de las oriitivas se retiraron para su conservación y se exponen en el Museo de los Agustinos

La catedral de Friburgo está abierta todos los días, aunque el campanario permanece cerrado de domingo a martes en invierno


La plaza de la catedral (Münsterplatz)

Es la plaza más famosa y visitada de Friburgo. Antes de ir a esta ciudad, había visto numerosos vídeos publicados en Youtube por viajeros en los que, tanto en verano como en invierno, mostraban una animadísima plaza llena de gente, música e iluminación. No fue este mi caso, ya que encontré una plaza bastante desangelada, con pocas personas, los puertos del mercado casi vacíos y con un frío que penetraba hasta los huesos.

La plaza mantiene estilo gótico y en ella se celebra a diario, de lunes a sábado, un mercado con numerosos puestos de productos hortícolas y alimentarios de la región.





El mercado estaba en sus últimas horas, ya que aquí la gente madruga mucho para ir a comprar. Quedaban pocos puestos, la mitad de las personas que había en la plaza eran turistas dando vueltas como yo y los lugareños pasaban rápido, a pie o en bicicleta.

En un extremo se instala el mercado puramente agrícola, que el día de mi visita era el principal protagonista y tampoco tenía demasiados puestos.

Si se desea ver el mercado en todo su apogeo es mejor acudir un miércoles o un sábado. Este último, es el día de mayor actividad, ocupando incluso más calles de alrededor de la plaza de la catedral.


Los puestos de quesos tenían un aspecto extraordinario, pero yo tenía el recuerdo de una mala experiencia con la compra de un queso en los Pirineos franceses, que al cabo de unas horas de ir en el coche, hubo que tirarlo para no volvernos locos con el olor que iba dejando dentro.

También encontré unos pequeños puestos, o más bien unas mesas, donde vendían sencillos abetos de Navidad. Me resulto curioso ver las ramas tiradas en el suelo, no sé si eran sobrantes o para vender tal como eran.

Había furgonetas de venta de comida caliente, que no paré a mirar con atención, pero supongo que, entre otras cosas, el producto principal sería la famosa salchicha.

En la plaza llama la atención un precioso edificio de color rojo, es el Almacén Histórico (Historisches Kaufhaus), un imponente edificio del siglo XVI en el que destacan dos cúpulas o torrecillas a sus lados, de estilo gótico tardío, y las ventanas centrales con estatuas del emperador Maximiliano I, el rey Felipe el Hermoso, el emperador Carlos V y su hermano Fernando I.

Sólo pude hacer dos fotografías a este edificio, ya que se encontraba rodeado de furgones de los comerciantes.


Antiguamente, cuando los comerciantes llegaban a la ciudad, tenían que pasar por una inspección de las mercancías, que eran tasadas de cara a pagar los correspondientes impuestos.

En el siglo XVI el mercado de Friburgo era de tal magnitud, que los mercaderes quedaban a las puertas de la ciudad en una interminable espera de los trámites fiscales. Para solucionar el problema, se construyó este edificio, donde se guardaban las mercancías mientras se gestionaban los impuestos. Las mercancías se almacenaban en su patio interior

Su construcción fue encargada al mismo maestro que ejecutó las obras de la catedral, Liengart Müller, que realizó el encargo entre los años 1520 y 1532. El balcón del primer piso fue realizado por Jörg Sorger en 1550.

Desde entonces ha sufrido reformas y alteraciones en varias ocasiones. Su salón principal, llamado Salón del Emperador en honor a Guillermo I, tiene impresionantes pilares de roble y un techo del siglo XVIII en el Salón Rococó.

A lo largo de su historia ha sido reformado y remodelado en varias ocasiones, e incluso se tuvo que reconstruir parcialmente en 1744 debido a los daños sufridos durante la guerra.

Hay dos fuentes en la plaza, cuyos nombres son San Lamberto y San Jorge.

En un lado de la plaza vemos un majestuoso edificio de color amarillo, Alte Wache (Antiguo Retén). De antiguo retén militar de la guardia austríaca, construido en 1733, pasó a ser una bodega, la Casa de los Vinos Badenses.

Este bello edificio y monumento protegido en la Plaza de la Catedral es una de las pocas reliquias del siglo XVIII que resultó prácticamente indemne de las bombas de la Segunda Guerra Mundial.

Cerca de la catedral se ubica e Granero (Kornhaus), construido por el emperador Maximiliano I como salón de baile, lleva ese nombre porque más adelante aquí se instaló el mercado de granos.


Kaiser-Joseph-StraBe

Nos alejamos de la plaza de la catedral cogiendo enfrente de su puerta la calle MûnsterstraBe para llegar a la famosísima Kaiser-Joseph-StraBe, la más comercial, visitada y ruidosa calle de Friburgo que fue peatonalizada en 1972.

MûnsterstraBe

Kaiser-Joseph-StraBe

Detrás de esta se encuentra la plaza del ayuntamiento (Rathausplatz). En ella se hayan los dos principales edificios gubernamentales de la ciudad, el Antiguo y el Nuevo Ayuntamiento de Friburgo de Brisgovia. Ambos datan del siglo XVI y ambos fueron declarados Monumento Nacional. Los edificios fueron construidos en el mismo siglo, pero el Antiguo Ayuntamiento desde un principio tuvo esa función, mientras que el Nuevo Ayuntamiento, durante aproximadamente 300 años, fue una de las sedes de la Universidad de Friburgo, hasta que en el año 1901 se instaló la Casa Consistorial.


La calle Kaiser Joseph StraBe nos golpea de lleno con un ajetreo que no existía en la plaza de la catedral. Es el corazón de Friburgo en todos los sentidos.

En la intersección de calles Kaiser-Joseph-Strasse y Salzstrasse, en medio de la cual tienen su eje la circulación de las cinco líneas de tranvía de la ciudad, vemos una estatua de bronce sobre un pedestal de cuatro metros: es el Bertoldsbrunnen, en el mismo lugar donde estuvo antes la Fischbrunnen o fuente de los peces hasta 1806. Su nombre hace honor al fundador de la ciudad, el Duque Bertold.

Tiene inscripciones latinas en cada uno de los cuatro lados de la fuente, que podemos llegar a leer, si nos atrevernos a cruzar por el medio del tránsito ferroviario. Este es el sitio de mayor actividad de Friburgo, incluso se trata del punto de encuentro de los ciudadanos cuando quedan citados. Este monumento fue inaugurado en 1965 en sustitución a la Fischbrunnen, que fue destruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Realmente su ubicación original no era en el medio del cruce, pero fue trasladada aquí en el año 1972 y reubicada en 1979, al realizar la peatonalización de la Kaiser-Joseph-Strasse y otras obras posteriores.


Kaiser-Joseph-Strasse

Esta calle es el el principal atractivo de los visitantes a Friburgo. Se trata de una calle llena de comercios, multitud de personas caminando rápido por ella, tranvías y bicicletas.


Al fondo se ve siempre la imponente altura de la puerta Martinstor.


Unos nos quedamos impresionados por el bullicio que da vida a la calle, mientras otras personas se quedan boquiabiertas al ver una gigantesca tienda H&M, nada que ver con la tiendecita que tenemos en nuestra ciudad.


Mientras dejo a la compañía recorriendo los pasillos de H&M yo  me dedico a deambular por esta preciosa calle.



Friburgo huele a dinero, o cuando menos a buen nivel de vida, superior al de otros países europeos. También se nota que es una ciudad joven, la media de edad no se percibe envejecida.


Después de caminar calle arriba y calle abajo, tengo que entrar en H&M a ver qué ha pasado, porque la cosa va para largo y el día se escapa. Al contrario de las grandes tiendas de ropa que conozco en mi ciudad, donde suelo ver mucha mujer de mediana edad, al entrar en esta me resulta chocante verla llena de adolescentes mirando ropa.

Por fin, aunque sea tirando con la bolsa de H&M y los paraguas, podemos reanudar la travesía por esta maravillosa calle.


Tampoco la bolsa pesaba mucho ya que la compra no fue muy grande, y además la molesta lluvia pareció habernos dado un respiro.

Martinstor es la puerta más antigua de Friburgo y lugar de purificación de brujas en el siglo XVI.

Martinstor data de principios del siglo XIII, lo que la convierte en una de las estructuras con más historia de la ciudad. Este acceso medieval está rodeado de edificios de época y calles adoquinadas, un sitio fantástico para hacer fotos. La mayor reforma se llevó a cabo a principios del siglo XX, cuando la torre se había quedado pequeña en comparación con los edificios del alrededor. Por aquel entonces se decidió elevar su altura desde los 22 metros, hasta los 60 que tiene en la actualidad. La torre está rematada con un techo al estilo del siglo XV.

La torre, con su reloj en la fachada, se eleva por encima de la ciudad.

En el muro de la entrada hay un espacio vacío, donde una pintura de San Martín de Tours ocupó ese lugar durante 250 años, pero fue retirada en 1968. Desde entonces, el espacio está reservado para otra obra, aunque el gobierno de la ciudad aún no ha elegido ninguna.

También veremos la placa conmemorativa de la ejecución de tres mujeres acusadas de brujería en el siglo XVI. Esta marca el lugar donde murieron quemadas y nos recuerda sus nombres.


Tras pasar por el arco de esta puerta, se abre la inmensa Kaiser Joseph StraBe más ruidosa y ya transitada por vehículos. Esta parte de la calle me resultó muy atractiva, me hubiese gustado recorrerla de tener más tiempo, especialmente la atractiva calle Gerberau que se abre a la izquierda de la torre.


calle Gerberau





Regresamos atravesando de nuevo la puerta Martinstor camino del parking donde había dejado el vehículo. Eran las 2 de la tarde y ya se notaban vacías sus calles. Quedaba por visitar la localidad de Triberg, que fue una empresa inútil dada la temprana hora en que cae la noche en esta zona y la climatología que afectaba bastante a las carreteras. 


Mercadillo navideño

A finales de noviembre se instala el mercado navideño de Friburgo de Brisgovia en las principales calles y plazas del casco histórico.




Personalmente, este mercado navideño no me causó la menor emoción, tal vez debido a estar residiendo estas fechas en Colmar, como ya dije al principio, es que no tienen nada que ver entre ellos.


Tomar tarta antes de irse

Antes de coger el coche quisimos probar una de las afamadas tartas de la zona. En la plaza de la catedral había terrazas, puestas, o más bien no quitadas, ya que con el frío húmedo que había no creo que fuesen utilizadas por nadie. 

No encontramos demasiada oferta, mirando el escaparate de una cafetería pudimos ver tres o cuatro tartas empezadas, ya que se despachan en porciones. Entramos y chocamos con una mentalidad genuinamente germana de película. Esta cafetería tenía dos pisos, en la planta baja estaba todo lleno y subimos al primer piso, donde era un caos y las camareras no tenían esa amabilidad que se encuentra en Francia de cara a recibir a los clientes. A fuerza de ser ignorados, sólo vimos como opción sentarnos en la barra, que estaba atendida por una señora de porte imponente (o sea que metía miedo) que no nos entendió ni por señas, ni puso tampoco el menor interés. Casualmente, una de las camareras jovencitas hablaba español, ya que había vivido dos años en Granada y gracias a ella pudimos pedir el trozo de tarta que deseábamos del escaparate. Así todo, pasados veinte minutos, seguíamos como idiotas en la barra sin ser atendidos. Las camareras jovencitas eran como clónicas hasta el punto que ya no sabíamos ninguno de los dos cuál era la que hablaba español, ya que todas tenías casi el mismo rostro y el semblante más serio que en un entierro. No sé cómo pudimos pedir finalmente la tarta, pero nos dieron otra distinta a la señalada. A la hora de pagar surge otro drama, porque nadie presta interés a las demandas de pago, preguntan en alemán por el nombre de la camarera que nos atendió, y a fuerza de casi enfadarnos, una chica cobra haciendo apuntes en una libreta de hojas dobladas al mejor estilo años veinte. Debo decir que la tarta fue la más espectacular que he comido en mi vida y los precios no fueron nada caros, tal vez en España nos hubiesen cobrado bastante más.



Canales de Friburgo de Brisgovia

Los pequeños canales de agua (Freiburg Bächle) que recorren gran parte del casco histórico, se han convertido en uno de los principales atractivos de la ciudad. Servían antiguamente como desagües, para dar de beber al ganado y para apagar fuegos. Desde el año 1220 se tienen constancia de la existencia de estos arroyuelos, aunque algunos arqueólogos han descubierto que ya estaban desde cien años antes, coincidiendo con la fecha de fundación oficial de la ciudad.

En total los canales se extienden por más de 15,5 kilómetros, 9 de ellos por la superficie y el resto bajo tierra. La anchura varía en sus distintos tramos, en algunos miden solo 15 cm, pero pueden llegar a los 75 cm, como en el caso del arroyo que corre bajo la puerta Schwabentor. Y mucho ojo con meter por accidente un pie en estos canales porque dicen las leyendas que quién lo haga, o vuelve a Friburgo o acabará casándose con un Freiburger o una Freiburgerin.



La visita ideal a Friburgo

Hay un recorrido que considero ideal para conocer bien la ciudad, pero no lo pude seguir y animo a seguirlo. Es el siguiente:

Aparcar en el parking Schlossberggarage, en la calle Schlossbergring nº 14. Desde aquí a la izquierda bajar unas escaleras hasta la calle Mûngasse y luego coger la primera a la derecha HerrenstraBe que nos conduce directamente hasta la catedral.

Después de visitar la plaza de la catedral, coger enfrente de su puerta la calle MûnsterstraBe y luego a la derecha la calle Kaiser-Joseph-StraBe, que dejamos enseguida al coger a la izquierda la calle FranziskanerstraBe pasando al lado del convento San Martín. Nada más rebasar el convento a la izquierda se encuentra la plaza del ayuntamiento (Rathausplatz). 

Desde la plaza del ayuntamiento coger la calle Rathausgasse hasta llegar de nuevo a la de Kaiser Joseph StraBe, donde la seguimos tomando a la derecha hasta llegar a la puerta Martinstor.

Cruzar esta puerta y al otro lado vamos a coger la calle Gerberau, que es la segunda a la izquierda. A los pocos metros, en lugar de seguir por esta calle, cogemos a la derecha la de Fischerau para ver los canales de agua y las hermosas casas llenas de macetas de flores. En este canal hay una figura de la cabeza de un cocodrilo que sirve de animación para hacerse fotos. Estas calles era donde vivían los pescadores, Schneckenvorstadt.

Poco después a la izquierda volvemos a tomar la calle Gerberau y en unos metros estamos en la plaza de los Agustinos (Agustinerplatz), llena de pintorescos edificios, restaurantes y cervecerías.

El museo Agustiniano de Friburgo (Augustinermuseum) se ubica en un entorno agradable, en un viejo convento de los Agustinos. Es el museo más importante de Friburgo de Brisgovia y uno de los espacios expositivos más grandes de Baden-Wurtemberg.

Desde esta plaza seguimos por la calle Gerberau hasta llegar a la otra puerta, la Schwabentor o Puerta de los Suavos, construida en el siglo XVI. También fue transformada en el siglo XX, cuando se hizo un concurso público para reformar ambas torres. En la actualidad Schwabentor se encuentra en un profundo proceso de reconstrucción para reparar los daños estructurales que han surgido.

Desde aquí ya tenemos el parking a los pocos metros.






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