Arromanches-les-Bains (Normandía)

Arromanches-les-Bains es una pequeña localidad situada en Normandía, muy conocida por todos los amantes de la historia de la Segunda Guerra Mundial por su importante participación en el desembarco aliado del 6 de junio de 1944 y posterior desarrollo de los acontecimientos.



Las fuerzas de las naciones aliadas, para participar en el conflicto dentro del continente europeo, sólo podían entrar en él por medio de un desembarco masivo de tropas y suministros. Teniendo en cuenta la fortísima defensa de las costas que habían establecido los alemanes y que tenían fortificados los puertos más importantes, se hacía necesario encontrar algún tipo de solución que no acabase en fracaso y multitud de muertes.

Una vez decidido el lugar del desembarco en Normandía, estaba claro que los puertos de Cherbourg y Le Havre, los únicos capaces de recibir embarcaciones de gran envergadura, estaban ferozmente custodiadas por el ejército alemán y jamás podrían ser utilizados.

El marino inglés Lord Mountbatten aportó la idea de construir en suelo británico y en el mayor secreto, unos puertos artificiales flotantes que pudieran ser remolcados y ensamblados, en muy poco tiempo, frente a las playas francesas. Esta operación, una vez aprobada, fue denominada “Mulberry”.

Con la colaboración norteamericana, se fabrican 230 bloques conocidos como “Phoenix”. Estos bloques podían ser unidos entre sí formando un dique en forma de semicírculo de 7 km de protección contra el fuerte oleaje y las mareas, creando una especie de “piscina” de aguas tranquilas en las que los buques podrían descargar el material sin problemas en unas plataformas llamadas “ballenas”. Estas plataformas tenían una superficie de 60x18 metros y poseían un mecanismo que les permitía subir y bajar con las mareas.


Los Mulberry serían ubicados en Saint-Laurent-sur-Mer (puerto A) y en Arromanches-sur-Mer (puerto B), en un número de 115 bloques en cada playa, constituyendo unos puertos artificiales que habrían de permitir el desembarco de soldados, vehículos, municiones, sanitario y suministros de comida y combustible. 

La tarde del 6 de junio fue liberada Arromanches y en la mañana del día 7 comienzan a llegar los bloques Phoenix. Antes, se hundieron mercantes viejos conocidos como “Gooseberries”, con el fin de crear una especie de rompeolas que protegiese el puerto. El 14 de junio, comienzan las primeras descargas. 

El puerto artificial era gigantesco. Los bloques delimitaban 500 hectáreas, el equivalente a 714 campos de fútbol. Por aquí transitaban inicialmente 18.000 toneladas de mercancía cada día, que se reducirían con motivo de la destrucción del Mulberry A por una tormenta.

Todos los elementos de hormigón flotaban, hasta los más grandes de 6.000 toneladas. Los bloques Phoenix eran de distinto tamaño, el más largo era de 60 metros de largo y 20 de altura (equivalente a seis pisos), estaban equipados con torretas de cañones antiaéreos para repeler ataques aéreos alemanes Dentro del puerto había plataformas de descarga y muelles para los barcos y a partir de esos muelles se construyeron carreteras o puentes flotantes, enlazados entre sí, que llegaban hasta la playa.

Uno de ellos está expuesto en una calle, detrás del museo.

A su lado vemos un proyector de luz destinado a iluminar de noche los aviones enemigos.

Estas carreteras flotantes fueron tres, de las que dos de ellas sólo permitían el tráfico de vehículos en un sentido.

El propósito principal era el de tomar el puerto de Cherbourg una semana después del desembarco en las playas, pero no fue posible hasta bastante después. Para añadir más contratiempos, una fuerte tormenta, que apareció el 19 de junio y que duraría tres días, destrozó el puerto A de Saint-Laurent-sur-Mer y causó importantes daños en el B de Arromanches.

El puerto A sería abandonado y se aprovecharon parte de las instalaciones para reconstruir el de Arromanches, que sería el único utilizado, con bastante éxito, ya que en el espacio de diez meses desembarcaron en él dos millones y medio de personas, medio millón de vehículos y cuatro millones de toneladas de suministros. Este puerto se dejaría de utilizar el 19 de noviembre de 1944.

Desde entonces, las violentas tormentas que suelen existir en el Canal de la Mancha irían destrozando los Mulberry y sus restos permanecen dispersos ahora en el mar para disfrute de los visitantes actuales.




Llegar a la altura de los restos solamente es posible con la marea baja, ya que en pleamar quedan cubiertos por las aguas.



Visitar Arromanches

Al día de hoy, el atractivo principal que ofrece Arromanches a los visitantes es la visión de los restos de los bloques de hormigón sobre la arena, especialmente en marea baja. Son en realidad una pequeña muestra de lo que llegó a ser el puerto B.

El turismo es la actividad más rentable, aunque en su mayoría suelen ser visitantes de paso, de visitas de un par de horas, en las que se dedican a ver la playa y como mucho a visitar el museo.

Su situación es ideal para alojarse dos o tres días y visitar los lugares emblemáticos de los acontecimientos de la llamada “Batalla de Normandía”, es decir, otras poblaciones cercanas y los famosos cementerios y baterías alemanas.



Realmente la calle Rue Maréchal Joffre es la que podría considerarse calle principal de cara al visitante, además de la Place du Six Juin 1944 donde se ubica el Musée du Débarquement y un aparcamiento que suele verse vacío porque los precios son desorbitantes, aunque es gratuito de 19:00 a 08:00 horas.

En esta plaza es donde a diario se ven llegar numerosos autobuses llenos de turistas, generalmente gente mayor, interesados en asomarse a ver la playa y en algunos casos hacer una visita al museo.

Si deseamos participar del ambiente más alegre y abigarrado, lo mejor es salir a sus calles sobre las 11 de la mañana.

En la plaza hay varias tiendas de recuerdos que venden de todo, licores de Calvados, galletas, llaveros, monedas, imanes de nevera, postales, libros sobre el desembarco, etc.

En la parte trasera de una de ellas encontré un curioso (y dudoso) almacén lleno de reliquias de la contienda… cientos de balas, cinturones, puñales, bayonetas, alforjas, botiquines, chapas de identificación, ropa, gorras y cascos, e incluso llegué a ver con disgusto un casco alemán con un agujero de bala. Todo es caro y si se tiene el capricho de gastarse unos mil euros, siempre pueden sacar del armario una estupenda gorra de oficial alemán.

Me gustan estos objetos como coleccionismo, pero no puedo llegar a creer que después de 75 años puedan seguir vendiéndose (tanto en Arromanches como en cualquier otra localidad normanda) miles y miles de objetos personales sin acabar las existencias. Puedo decir que la mayoría de los objetos de recuerdo sobre el día D estaban fabricados en China.

En el entorno de esta plaza se exhiben algunos “recuerdos” de la guerra:

un carro de combate Sherman:


En una esquina se conserva en muy buen estado un cañón alemán Flak 88, muy célebre por su gran poder destructivo. 

Junto al museo podemos ver un cañón británico BL de 5,5 pulgadas.

Muy cerca está un cañón antiaéreo alemán Bofors de 40mm.

También al lado de la puerta del museo se encuentra el cañón británico QF 25 Pounder Gun

En la calle lateral junto al museo vemos una semioruga estadounidense M-2


En la plaza se halla el famoso Hôtel da Normandie, que por lo que he escuchado, aloja gratuitamente todos los años a los veteranos que participaron en la contienda.



Éstos acuden anualmente, en la primera semana de junio, a conmemorar el Día D. En Arromanches todos los 6 de junio se celebra este aniversario, con asistencia de representantes de muchos países (Donald Reegan, Gorbachov, Tatcher, Putin, Bush, etc.), en cuyo evento, además de los discursos y buenas intenciones de costumbre, se realizan exhibiciones con tropa y armamento. Se hacen desfiles en los que participan estos veteranos del día D que, lógicamente, cada vez van siendo menos y en peores condiciones físicas. Asisten a los actos conmemorativos y son elogiados y homenajeados por el público asistente. Es realmente emotivo ver en los archivos disponibles en internet estas celebraciones de cada año, en las que se puede apreciar el envejecimiento de estos veteranos y cómo su numero va decreciendo en cada aniversario.

En una visita a la cafetería de este hotel, he podido ver a dos o tres veteranos que bajaban a desayunar con sus familias, vestidos con el oficial traje negro y la boina y las medallas en el pecho. Los tuve al lado, desee hacerles alguna foto incluso pidiéndoles permiso, pero sus caras no invitaban a ello; no eran los rostros sonrientes que aparecen en los carteles de la localidad, sino más bien les vi cara de estar de muy mal humor. Serán cosas de la edad. De todas formas fue emocionante ver estos hombres muy ancianos y pensar que fueron los jóvenes que echaron pie a tierra en 1944 para ayudar al continente europeo a librarse del horror nazi, y alguna foto discreta logré sacar.


La Rue Maréchal Joffre no es muy larga, por lo menos en cuanto al interés turístico comercial. La calle continúa más adelante, pero cesa repentinamente el comercio y el interés en recorrerla por los visitantes.

En esta zona existen impresionantes mansiones que dan al mar.

Al principio de la calle está la oficina de turismo y varias tiendas dedicadas a la venta de recuerdos y ropa tipo marinero de la prestigiosa marca Saint James. También encontramos algún restaurante y varias heladerías.

En el Boulevard Gilbert Longuet encontramos Arromanches Militaria, una popular tienda especializada en la compraventa de objetos militares. Aquí ya hablamos de otro nivel, se garantiza la autenticidad de los productos y dentro encontramos un abigarrado almacén que hará las delicias de los coleccionistas e historiadores.


Como es habitual en muchos lugares de Francia, a las 6,30 de la tarde las calles quedan totalmente desiertas, ofreciendo un aspecto desolador al que nunca nos acabamos de acostumbrar los españoles, que nos quedamos dando paseos con aspecto desorientado y sin la menor gana de retirarnos a casa. Me asombró ver la velocidad con que bajan las persianas de los negocios, no perdonan ni treinta segundos de demora.

Sin embargo no está todo perdido, al caer la tarde se iluminan los negocios hosteleros y podemos encontrar lugares muy agradables donde tomar una cena.

Se puede alargar la visita recorriendo las calles “traseras” de la población, donde podemos ver la iglesia de San Pedro, patrono de los pescadores, construida entre 1857 y 1870 en estilo neo-románico.

En estas calles se mantienen ostentosas mansiones de la feliz época en que la villa era lugar de residencia de gente adinerada. Algunas de ellas están anunciadas en venta.







Museos

A iniciativa de Raymond Triboulet, primer subprefecto de la Francia liberada y con motivo de celebración del décimo aniversario del desembarco, el 5 de junio de 1954 el presidente de la República francesa, Tené Coty, inaugura el Musée du Débarquement, un espacio de exposición abierto todo el año en el que se exhiben armas, vehículos, vestimenta militar, fotografías y filmaciones relacionadas con ese acontecimiento. Se pueden ver maquetas sobre el desarrollo técnico de la construcción de los Mulberrys.




Existe también, en lo alto del acantilado, otro museo llamado Arromanches 360, que es un cine en forma circular donde en nueve pantallas de 360º se proyecta una película de 19 minutos (los 100 días de Normandía) relativa al desembarco, y el recorrido por la batalla de Normandía hasta la liberación de París. Se proyecta cada 30 minutos.






Hay un trenecito gratuito que sube desde el Musée du Débarquement hasta el lugar donde se encuentra Arromanches 360º. Desde este lugar obtenemos una hermosa vista de la ciudad y de los restos que quedan en el mar.


Otras celebraciones 

A finales de julio, festival de música clásica y espectáculos de danza.

A mediados de julio y de agosto, mercado de antigüedades.



 


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