Belcastel, un lugar mágico en Aveyron (Francia)

En el corazón de Midi-Pyrénées, a orillas del río Aveyron, se encuentra este pequeño y tranquilo pueblecito que, como su propio nombre indica, tiene uno de los castillos medievales más bellos de Francia.


Este precioso pueblo ha sido rescatado de las ruinas más absolutas. Hace poco más de un siglo no tenía ni caminos por los que acceder, dado su estado de completo abandono. Para poder llegar a los restos de lo que fue una formidable fortaleza, era necesario abrir brecha en caminos muy difíciles y cerrados.

Para acceder al pueblo debemos dejar estacionado el vehículo en un parking de pago que se ubica en la entrada, a muy pocos metros de sus casas. Luego entraremos a su calle principal pegados al río Aveyron.

Las sensaciones que se reciben al caminar por su única calle es la de una impresionante paz y sosiego, a la que colabora la hermosura de su entorno, el rumor del río y el canto de los pájaros.

Tal vez esta sensación de paz fue también se acrecienta si la visita se hace en el mes de octubre, con ausencia total de visitantes. De hecho, no llegué a ver a un solo vecino durante toda mi visita.

Sus casas siguen manteniendo el aspecto primitivo, aunque lógicamente están restauradas de forma muy fiel a lo que fueron en su día.

Sobre ellas emerge a gran altura el viejo castillo, siempre vigilante del entorno, ya que esa era una de sus funciones.


Su historia

Los datos más antiguos que se tienen del castillo datan del año 1040, cuando pertenecía al Conde de Belcastel.

La construcción de este castillo parece ser que vino motivada por la necesidad o interés en cobrar el portazgo a los viajeros que pasaban por este camino. El dinero recaudado con esta especie de peaje iba a parar al rey. El portazgo no siempre se pagaba en dinero, ya que en la mayoría de las ocasiones se abonaba con productos alimentarios, como parece demostrar la existencia de un antiguo almacén de alimentos situado cerca.

En el siglo XIII el propietario del castillo se marchó a las Cruzadas en Tierra Santa, de donde nunca volvió. A consecuencia de ello, los propietarios del castillo acaban en la ruina y éste fue confiscado por el rey Raimond IV de Toulouse.

Durante más de tres décadas estuvo en manos de bandidos. El rey francés ofreció una recompensa de 300 florines a cambio de recuperar el castillo, aunque finalmente fueron las propias tropas del rey las que acabaron con ellos y de esta manera se ahorró pagar la recompensa.

Durante la guerra de los Cien Años fue utilizado como cuartel miliar por Juan III de Armagnac, que acabaría regalando el castillo a Guillermo II de Saunhacs. Este caballero transformó el castillo en una residencia más confortable, obra que continuaría su hijo Alzias de Saunhacs.

Éste último también construyó la iglesia que se encuentra al otro lado del río y el puente sobre el río Aveyron, que luego veremos con más detalle.

El castillo sería de nuevo abandonado a finales del siglo XVI y pocos años después ya se encontraba en ruinas. 

Acabando el siglo XVIII, el pueblo fue perdiendo importancia y nadie se preocupó del castillo, quedando en un estado aun más ruinoso. Como la comunidad no podía asumir el coste de mantenerlo en condiciones, en el año 1762 fue vendido por una ridícula cantidad de dinero, con el fin de expoliar sus mejores materiales como piedras y maderas de las puertas y ventanas.

A comienzos del siglo XX, Belcastel se había convertido en una aldea con pocos habitantes, con un castillo totalmente en ruinas alzado sobre sus casas y con un acceso a través de caminos semi abandonados y difíciles.

En 1928 fue clasificado como monumento histórico y gracias a ello se pudo controlar el expolio que estaba padeciendo, aunque el estado del castillo ya era deplorable. A pesar de esta clasificación, el edificio continuo sin restaurar y siendo comido por la vegetación que lo rodeaba.

En el año 1973 el arquitecto Fernad Pouillon pasa por el lugar, queda enamorado del entorno y decide comprar las ruinas del castillo para restaurarlo y vivir en él. El gobierno francés se lo vende por 150.000 francos (equivalentes a unos 20.000 euros actuales) y comienza su reconstrucción tratando de conservar su aspecto original.

La iniciativa de Pouillon impulsó a los vecinos del pueblo a restaurar todo el patrimonio del lugar y convertirlo en un pueblo más bonito retornando al aspecto que tenía en sus orígenes.

En 1986, antes de ver terminadas las obras de restauración, Pouillon fallece y es enterrado en el cementerio de la iglesia, a la vista de la hermosa figura del castillo.

En el año 2005 el castillo fue adquirido por un matrimonio americano que lo viene utilizando como sala de exposiciones y permite la visita de los turistas.

El imponente castillo consta de un torreón cuadrado y cinco torres angulares. Es parcialmente visitable en verano. Al entrar por el puente levadizo, podemos intuir el esplendor que debió tener en el pasado y valorar en su justa medida los trabajos de restauración acometidos por Pouillon. Cruzamos por jardines y podemos caminar por las murallas y visitar el interior. Dentro veremos una colección de armaduras antiguas, vestidos de época, cotas de malla y muchos otros objetos de origen medieval. Desder la sala de exposiciones tenemos unas vistas impresionantes del pueblo, del río y de la iglesia.

Del castillo se baja por una calle empedrada entre casas llenas de flores, hasta llegar al precioso puente medieval del siglo XV, construido por Alzias de Saunhnac, para que sus habitantes pudieran cruzar el Aveyron sin esfuerzo. Fue construido en el año 1409 por el mismo arquitectos que levantaron el puente de Avignon.

El puente gótico de Belcastel tiene 6 ojos y 56 metros de largo.

En el medio se halla una cruz de piedra del siglo XII.

Cruzando el puente encontramos la iglesia de Santa María de la Madeleine, que contiene el sepulcro de Alzias de Saunhnac, el encargado de su construcción sobre una antigua capilla de la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro, ya que anteriormente la iglesia se encontraba ubicada en el castillo. Fue restaurada en el siglo XX. Es de estilo gótico meridional y se compone de una sola nave. Fue construida al mismo tiempo que el puente.


Museos

En este pueblo existe el Museo de la Fragua y de los Antiguos Oficios, ubicado en lo que fue la antigua fragua del pueblo. Consta de tres niveles en los que se informa todo lo relativo a este oficio y también de otros diferentes como de pescadores, carpinteros, etc.

También existe un horno de pan rehabilitado.


Desde la montaña

A Belcastel se puede acceder desde la montaña, muy cerca de las torres del castillo según se baja por la carretera. Este acceso ofrece una vista impresionante sobre las casas del pueblo.

Hay un hotel, un albergue y un restaurante con una estrella Michelín junto al puente.


Festividades

En los meses de julio y agosto, todos los viernes se celebra un mercado nocturno. Ignoro si este la celebración de este mercado se ha recuperado después del período de restricción de actividades impuesto por el tema pandemia.


Leyendas

Existe una leyenda que cuenta que aun se escuchan los lamentos de Madame Blanche, que fue encerrada de por vida por su marido Alzias de Saunhnac al descubrir que le era infiel.


Otras visitas de interés

A un kilómetro de Belcastel se encuentra Le roc d’Anglars, que es un recinto defensivo colocado sobre un promontorio rocoso que también hacía las veces de almacén de los productos alimentarios que se recogían en concepto de peaje por atravesar el puente.


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